Una parte fundamental de nuestra condición de seres humanos es la "función fabuladora", la necesidad de contar y escuchar historias. Vivimos procesos comunicativos escritos y virtuales y esta necesidad se ha cubierto con libros, películas, programas de televisión, videojuegos, dejando a un lado el contacto que representa la comunicación de viva voz, aquella elemental relación presencial de hablar y escuchar. Reencontrarnos con el viejo arte de contar historias puede abrir la posibilidad de mejorar nuestras capacidades comunicativas, y con ello, nuestras relaciones afectivas y de conocimientos con los demás, con el entorno y con nosotros
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